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Óscar Herrero, CULTURA, POLÍTICA Y ECONOMÍA, SOCIEDAD

Una estrategia basada en la educación


Envueltos en una situación económica difícil, la Administración Pública se emplea en aplicar recortes que permitan contener el gasto y reducir el déficit. Inicialmente, la tijera se ha utilizado pensando más en la imagen que en la cartera. Por eso, los primeros en caer han sido  vehículos oficiales, asesores personales y organismos paridos con fórceps. Tras la operación de maquillaje, llega el turno de aplicar los auténticos recortes y definir, de verdad, una estrategia de futuro.

Todo depende del modelo por el que queramos apostar. En los últimos años hemos comprobado la debilidad de dos sectores fundamentales en nuestra economía: el turismo y la construcción. No conviene engañarse. Cualquier giro hacia un modelo moderno y sostenible pasa por la educación, que aquí nunca ha sido una prioridad. Incluso durante los años de bonanza hemos preferido invertir en otras cosas los recursos económicos, políticos y sociales que teníamos a nuestra disposición.

Hemos hecho poco y lo hemos hecho mal. Hemos pintado la fachada para disimular el mal estado de los cimientos. Un ejemplo: entregamos un ordenador portátil a cada estudiante pero no utilizamos esa herramienta para potenciar la interacción con el profesor. Me pongo a imaginar y veo… una tutoría vespertina a través de Facebook para revisar las tareas encargadas a los alumnos. O un “Trivial virtual” en Twitter como refuerzo a la clase del día. ¿Ciencia-ficción? Hoy sí. Para convertirlo en realidad hace falta formación, motivación e ilusión y nada de eso nace espontáneamente. Solo se recoge de aquello que se siembra.

Una sociedad pujante nace con una educación de calidad y se desarrolla a través de un tejido industrial capaz de producir bienes y servicios con valor añadido. Ésa es la clave. Ciudadanos formados, trabajadores cualificados y empresas punteras. Todo lo demás viene después: descenso del paro, aumento de la renta, dinamización del consumo interno, impulso de las exportaciones, empresas fuertes, más riqueza nacional, más prestaciones sociales… El modelo del ladrillo y el chiringuito no es el camino. Ya deberíamos haberlo aprendido.

Ahora se abre el debate y, como siempre, nos enredamos en disputas en lugar de aplicar soluciones, Erase una vez un país que tenía una tasa de fracaso escolar superior al 30% y se planteó aplicar recortes en educación… Este cuento no acabará bien. No habrá perdices.

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  1. Pingback: Una estrategia basada en la educación - 20 septiembre, 2011

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